A la
memoria de Carmen Boroa Ñanco.
El
silencio estrellado
es
eterno imaginando
su
cuerpo pequeño
sus
ojos claros
su
rostro anciano
su pelo
blanco,
sus
manos
me
quedo en ellas
en sus
manos,
removiendo
úteros,
recibiendo
llantos
de
niños y niñas
de
todos lados,
porque fue buena
porque fue muy
buena dicen
En el
arte del parto…
Imagino
su mirada,
dulce y
emocionada
al ver
a las criaturas
en
manos de madres
en
medio de tanto tormento
siendo
ella, esperanza,
quien
recibiera a sus nietas
y bisnietas
entre
ellas a mi madre,
ella
que sin sospecharlo
ha sido
la feminista mapuche
Más
antigua de mi linaje,
ella
que ha vivido tantos años,
ella
que fue pedida desde pequeña,
Por un
viejo desgraciado,
la que
opuso resistencia
ocupando
como guarida
la
espesa mawida,
ella,
con su
cuerpo de niña
de doce
años,
escapa
una y otra vez,
una y
otra vez,
a cada
instante
escapa
con el vuelo
de un
xarv.
La
encontraron,
descubrieron
su escondite
Los
buitres,
más, opuso
resistencia,
al
acostumbrado corte de talones
para no
volver a escapar.
ella
que arrancaba
una y
otra vez
una y
otra vez
hasta aburrir
tanto hostigamiento,
hasta
ser devuelta,
entregada,
por
mala mujer,
por
porfiada
rebelde,
acorazada…
Tantas
cosas
me han
contado
de usted papay,
Tantas
historias me hubiese contado,
tantas
historias podré yo contarle
de mi
tatarabuela, de mi bisabuela,
de mi
abuela
de mi
padre, de mi madre, mías,
tantos
piam podría yo contarle
a Tañi
pvñeñ…
Tantas
historias me ha contado
tantas
historias
de boca
de mi abuela, de mis tías abuelas,
de mi
madre...
Imagino
sus manos
llenas
de sangre
llenas
de vida
llenas
de alma,
llenas
de heridas,
Tunten
piti ke che,
habrán
recibido sus manos pequeñas
Carmen.
Imagino
su espíritu lleno de alegrías
por
tantos racimos
de vidas.
Pitike che choyvn.
13/05/2016
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