Ahí vienen entrando
pintosos y dichosos,
Los señores y señoras
al restorán,
Con su mejor tenida,
Y quien sabe con qué
humor,
El punto es, que más que a comer
Parecieran que vienen
a figurar,
A demostrarle al
vecino de al lado
O a ellos mismos,
Que su cuenta
corriente está bien gorda,
Pero lo extraño es
Que de propina no queda nada,
¡Arrogantes!
Farsantes
¿Para qué?
Me pregunto.
(No digo que todos,
Hay clientes muy
buena onda
Y que valoran la
atención)
Pero siempre hay
quienes
Al parecer
No tuvieron buen sexo
Y todos les molesta.
Y la rapidez, si por
favor la rapidez,
Se considera en la
propina,
Me hubiera gustado
Haber tenido alas
Para atenderlos mucho
más rápido
A los bonitos,
Pero tengo pies
Y es como si tuvieran
alas
Los pobrecitos.
Estos señores,
Que nadie sabe quiénes
son realmente,
Doctores, abogados,
profesores,
Y sus señoras,
Un poco más
altaneras,
Otras sin voces,
El marido decide
Lo que va a comer la
doña,
Algunos educados
Pero nadie sabe como
son estas personas
Serán quizás criminales,
Golpeadores,
Malos padres,
Mitómanos
Violadores,
Ladrones,
Serán de esos
supuestos trabajólicos
Que le dedican un día
a la familia,
Y andan de mal genio
Porque no pudieron
ver a su amante.
Siento que uno de los
motivos
De ir a un restorán
es
Sentirse con algún
grado de poder,
Sobre todo, aquellos
Que acostumbran
a tener personal
A su disposición,
Se dan el lujo
De basurear a los
garzones
Y aquellos que tienen
complejo
De patrones
Qué bien se sienten
Disponiendo de una
persona
Para pedir cuanta cosa
Que sacarina
Que sucralosa,
Que una y otra cosa,
Que un café por
favor,
Le llevas el café
Y luego te dicen
-
Yo no pedí café.
Y
ahí te quedas
De vuelta con el café,
Y un
rostro de los mil demonios
(Porque
no se puede tratar mal al cliente,
Te
acusan al jefe
Y adiós
trabajo).
Y es fácil darse
cuenta
Que la gente es
sorda,
Sí, muy sorda,
te preguntan
¿Que tiene para almorzar?
Y una con su mejor
cara,
le dice
-Tenemos salmón,
Corvina y merluza,
choritos al vapor,
Pailas marinas,
empanadas…
Y te preguntan
-
¿Y no tiene congrio?
¡Bueno
y no te acabo de nombrar
Lo
que hay para almorzar
¡Viejo
estúpido!
-
Ay yo voy a comer Choritos al vapor,
Pero que los choritos
no sean negros,
Porque yo soy racista
Me confesó un día una
vieja.
-
Así es que me los escoges
Con la carne blanca por favor,
Y ese es el momento en donde
Dan ganas de golpearle con la bandeja
Su delicada cabeza.
A veces también he ido a
restoranes
En calidad de cliente
Y de invitada,
Pero siempre me
pregunto
¿Quién se habrá sentado
antes en esta mesa?
¿Qué se habrá
planeado en ésta mesa?,
Cuántas personas se
habrán desahogado
Y haber dejado sus
malas vibras,
Cuantos habrán salido de este lugar
A cometer un delito,
A continuar con sus
vidas miserables.
Y es que los garzones
Tampoco tenemos
La autoridad de
responder a los clientes,
Porque el trabajo es
el trabajo,
Los clientes son los
clientes
(Y para tu jefe tú
sólo eres la moza,
Qué palabra tan
despectiva
Utilizan algunos
todavía).
Es como decir ahí
viene el guacho.
Una vez, una familia
Me sacó de quicio,
Andaban todos
enojados,
Todo era lento
Y digamos que eran clientes especiales,
Al final, la señora
me pidió un café,
Luego me preguntó
Qué se le podría echar
al café
Para que no estuviera
dulce,
Yo le dije, tajante,
-
Sal, señora, échele sal.
Por supuesto no
recibí
Nada de propina
Y tampoco la
esperaba.
A las personas
Les gusta esto de que los ensalcen,
Y quien los atienda
Se muestre simpático,
Más bien cínico.
Sí, eso les gusta, el
cinismo.
Hay tantas cosas más
que se podrían
Decir respecto a este
trabajo,
Que el sueldo es
bajo,
Que las exigencias
son muchas,
Y lo más importante.
El trato.
La gente no tiene la
costumbre
De tratar a otro
Lejano a su círculo
de clases,
De manera agradable.
18/03/2013